Un mecanismo muy presente a lo largo de la historia y que puede ayudaros a dar color a vuestras partidas de rol es la Damnatio Memoriae. Ya sé que así dicho puede que no os suene, o que penséis “pero Ainhoa, que tiene que ver una cosa con la otra?”. La rolera que llevo dentro no puede evitar pensar en lo genial que es cuando aparecen antiguas leyendas sobre una figura que ha sido olvidada, o mejor, que alguien ha hecho un gran esfuerzo para borrarla de la historia. Sea una persona de carne y hueso, o una deidad, solo hace que aumente el misterio y los personajes quieran saber más.
Pero antes de ver como utilizar este concepto en una partida de rol, hablemos de que es la Damnatio Memoriae. Harriet Fower la define como “the condenation of a man´s memory”, es decir, borrar de manera intencionada a una persona de la historia, o más en concreto, su memoria, su recuerdo, sus imágenes… Todo aquello que le pueda ayudar a pasar a la posteridad. En cierto modo, podríamos entenderlo como una segunda muerte, una definitiva. Eliminar una figura de la memoria colectiva ha sido desde siempre una de las formas más sutiles y contundentes de ejercer el poder. Una poderosa herramienta de propaganda política.
Aunque esta práctica lleve un nombre romano, sociedad en la que estaba muy extendido, ha estado muy presente desde la antigüedad. La figura del difunto permanecía viva mientras fuera recordado.
Por ello, en muchas culturas era muy importante que el nombre no se olvidara y que su imagen perdurara grabada en algún lugar. Para entender esto, os cito a REMESAL RODRIGUEZ (2002: 370 y 375) “La visión romana de la muerte carecía de una definida visión de ultratumba, un individuo, para pervivir como tal, necesitaba que alguien recordara su existencia,
que rindiera culto a su numen y a su nomen” (…), “El alma individual de un difunto permanecía como tal mientras alguien la recordase y practicase los ritos anuales establecidos”.
Y es por ello que la damnatio memoriae era considerado algo terrible, pues en cierto modo se priva a la persona de la inmortalidad. En muchas ocasiones, esto ocurría cuando alguien realizaba un acto atroz, pero también podía ser una acción que escondía una finalidad política.
Tenemos casos en los que el nombre y/o la imagen son borrados directamente de documentos, monumentos, edificios, epígrafes… En otros, simplemente se les añade o cambia el nombre.
Voy a nombraros algunos casos para comprender mejor este concepto:
Uno de los ejemplos más conocidos en el Antiguo Egipto es el de Hatshepsut, de la Dinastía XVIII. Resumiendo mucho la cuestión, puede que el hecho de ser una mujer la que accediera al gobierno no gustara, y así lo hizo evidente Tutmosis III. Para ello borró todas las evidencias, eliminando su nombre y destruyendo o moviendo estatuas de la reina.
Es curioso que, como nos cuenta BARROS (2021), tras la eliminación no colocó el suyo, sino el de sus antepasados Tutmosis I y Tutmosis II.
Otro de los casos más conocidos es el de Akhenatón. El tema es complejo, así que vamos a intentar resumirlo. En un momento de su reinado hizo un gran cambio religioso, pasando a adorar a Atón, el disco solar. Además de desplazar a Amón como figura central en la religión, Atón se convirtió en la única deidad. A grandes rasgos podemos decir que bajo Akhenatón la religión pasó de politeísta a monoteísta. El faraón borró a Amón, y con eso a su clero, y lo sustituyó por una nueva deidad de la que él era la máxima representación. Vemos cómo utilizó la damnatio memoriae con fines propagandísticos. Pero el clero de Amón poseía un gran poder político y decidió actuar de la misma manera. Por ello, el nombre de Akhenatón fue borrado, su ciudad abandonada e ignorada y su propio hijo cambió su nombre de Tutankatón a Tutankamón. De esta manera se aseguraban de que el culto religioso volviera a ser lo de antes, con ellos a la cabeza.
En Roma tenemos multitud de ejemplos. Así ocurrió con Cayo Mario por orden de Sila, ya que se habían convertido en enemigos políticos. Y como nos dice STRAEHLE (2022), “Al parecer, y pese a haber sido siete veces cónsul y héroe en sus campañas contra los galos y contra Yugurta (mérito que Sila mismo se quiso atribuir)”. Tenemos el efecto contrario en el caso de Julio César, que devolvió los honores a Cayo Mario y decidió enterrar con honores a Pompeyo. Dignificar a figuras que habían sido víctimas de la damnatio o de la pérdida de honores era una cuestión política, en su afán por imponer unas leyes políticas “contrarias” a las de Sila.
Ocurrió algo similar con Caracalla, que seguro que muchos lo conocéis por tener un peso importante en Gladiator II. Este organizó una profunda damnatio sobre su hermano Geta. O Nerón, cuya damnatio memoriae fue respaldada por el propio senado. Los ejemplos son muy numerosos, por eso solo os doy una pequeñísima pincelada para ilustrar el tema.
Portrait of family of Septimius Severus - Altes Museum - Berlin - Germany 2017. Wikipedia.
Una vez os he explicado el concepto y puesto ejemplos, toca llevarlo a nuestras partidas de rol. Leyendas, historias o susurros pueden hablar de una figura olvidada. Un rumor en una taberna, una vieja historia que conocen todos los habitantes del lugar, o un templo con nombres y figuras tachadas o arrancadas. Esto puede despertar la curiosidad de un grupo de aventureros o eruditos. ¡Pero cuidado! Antes de remover el pasado, es mejor investigar el por qué de esa damnatio. Aquí se me ocurren varias opciones:
-Una figura atroz que la gente ha querido olvidar por sus terribles crímenes.
-Un rival político del actual gobierno/clero/imperio.
-Una deidad olvidada. Esta opción hace que se me ocurran muchas ideas:
Un dios oscuro que ha sido olvidado a propósito. ¡Cuidado con despertarlo! Salvo que como buenos sectarios, esa sea vuestra misión. Puede que si la recordáis, debáis seguir cumpliendo un viejo trato que se cerró hace siglos y que había sido olvidado. He de decir que es de mis favoritas como buena fan que soy del folk horror.
Una antigua deidad muy querida y alabada por el pueblo, que se busca desplazar para imponer otra.
Una antigua deidad desplazada por el progreso y las máquinas, pues para las élites no tenía cabida en el mundo, pero que alguna pequeña comunidad sigue adorando y recordando.
Si os gusta trabajaros bien las partidas de rol, hay elementos que pueden ayudar a la inmersión y a dar color a vuestra historia:
- El nombre lo es todo. Ha sido borrado de la historia, así que si alguien consigue recordarlo, haz que sea una palabra potente, con poder, difícil de olvidar.
- Busca o crea una pequeña cancioncilla sobre esa figura olvidada. Puede que eso moleste a las gentes que gobiernan y que han luchado por borrar su memoria.
- Crea la historia sobre ese olvido y da pinceladas a lo largo de la campaña.
- Piensa cuales son sus atributos más destacables, desde rasgos físicos hasta conceptos o historias. Incluso puedes imaginar, o si se te da bien dibujar algo de iconografía.
- Tras crear facciones rivales, coloca a tu figura olvidada en una de ellas de manera sutil. Puede que solo de color a tu partida, pero en cierto modo la enriquecerá.
- Si la figura olvidada es un ser terrible pero quieres despistar a los jugadores, trabaja en detalles que puedas ir soltando a lo largo de las partidas. Puede que esto les cause más confusión, ¿pero acaso eso es malo?
Ahora es el turno de que me contéis vosotros. ¿Habéis utilizado alguna vez ese recurso en vuestras partidas de rol?.
Por aquí os dejo una gran conferencia de José Lull sobre la Damnatio memoriae en la dinastía XIX
BIBLIOGRAFÍA:
Los títulos que tratan este tema son muy numerosos, así que os dejo por aquí las obras que he citado en el artículo para que así podáis empezar a profundizar en el tema:
− FLOWER, H. I. (1996), Ancestor masks and aristocratic power in roman culture. Calendon press, Oxford.
− ZANKER, P. (1992). Augusto y el poder de las imágenes. Alianza Forma, Madrid.
− STRAEHLE, E. (2022), “Roma y la damnatio memoriae. Algunas observaciones sobre las tensiones antiguas entre el poder, la historia y la memoria”, en Historiografías: revista de historia y teoría, Nº. 23, págs. 21-41.
− BARROS, C. (2021),” Las aguas turbias de las memorias: el arte de olvidar con Damnatio Memoriae en Kemet”, en Egiptología 2.0, nº 23.